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CANNES 2023 Quincena de los Cineastas

Crítica: Un prince

por 

- CANNES 2023: El muy singular Pierre Creton impone su estilo tan áspero como sutil, que mezcla el diario, el poema, la autobiografía, la novela e incluso el fantástico

Crítica: Un prince

Paciencia, observación directa de personas y paisajes, una identidad secreta, la penetración de algo invisible, estos son solo algunos de los rasgos que caracterizan las películas de Pierre Creton, en las que hace gala de una sensibilidad única, inspirada y opaca que ha sido moldeada por su vida de cineasta, labrador y jardinero. Desde sus primeros días de cineasta, el director ha tomado este ecosistema en las profundidades de Caux, en Normandía, y lo ha convertido en el corazón y el alma de su obra, elaborando películas en las que interactúan la ficción novelística y un realismo documental increíblemente crudo. Esto demuestra que posee un talento único que no pasa desapercibido para los cinéfilos más exigentes, a pesar de no haber participado nunca antes en un festival internacional. Pero ahora, por fin, las cosas han cambiado, pues su quinto largometraje, Un prince [+lee también:
entrevista: Pierre Creton
ficha de la película
]
, ha sido presentado en la Quincena de los Cineastas de la 76ª edición del Festival de Cannes.

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Las primeras imágenes de la película, en las que se muestran una pala de jardinería y unas manos hundiéndose en la tierra, marcan inmediatamente la pauta: la película excavará hasta lo más hondo, captando la esencia misma de la naturaleza e intentando recrear un bosque primitivo que ofrezca una variedad de encuentros revolucionarios a Pierre-Joseph (Antoine Pirotte), de 16 años, cuyo padre armero (y cazador) y madre taxidermista (y alcohólica rebosante de romanticismo sentimental) lo han convertido en un adolescente sumamente introvertido ("solo los perros podrían convertirme en un ser humano"). El joven aprendiz de jardinero se libera poco a poco de su oneroso pasado y evoluciona a lo largo de sus encuentros con Françoise Brown, la directora de la escuela de formación (Manon Schaap), el profesor de botánica Alberto (Vincent Barré) y Adrien, su jefe en el vivero (Pierre Barray). En este viaje iniciático entrarán en juego las drogas, los amantes, la transgresión, los arreglos florales, los invernaderos, un pabellón de caza reconvertido en vivienda, un viaje al Himalaya, el apicultor Moïse, las rosas y las zarzas y, al final de la noche (fruto del subconsciente quizás), el indio Kutta (Shiman Dangi), hijo adoptivo de Françoise Brown y nuevo propietario de la devastada finca Valmont, situada en las profundidades del bosque...

Adornada con la voz en off de Mathieu Amalric, Grégory Gadebois y Françoise Lebrun, Un prince se desarrolla a través de dos niveles distintos (las desventuras que experimenta a lo largo de su vida el protagonista y las que vive el indio adoptado, aunque las de este último resultan más sutiles e invisibles). La película, que en ocasiones resulta muy confrontativa y se apoya en planos estáticos de una humanidad muy áspera (interrumpidos por unos cuantos fotogramas de gran belleza), transmite una gran cantidad de información, de forma fragmentada, sobre una humanidad en la que abunda la violencia apagada y en la que el amor físico y el trabajo manual actúan como plantas medicinales y amuletos de la suerte. Pero la rareza es algo que nunca queda atrás, ya que, como también se dice, "hay que comprender que el camino que lleva a casa nos dirige también lejos de cualquier otra casa".

Un prince ha sido producida por Andolfi, que también se encarga de las ventas internacionales.

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(Traducción del francés)

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