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CANNES 2023 Semana de la Crítica

Crítica: Inshallah a Boy

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- CANNES 2023: En la ópera prima del jordano Amjad Al Rasheed, una viuda se enfrenta a las leyes de herencia patriarcales del país, ya que tiene una hija única

Crítica: Inshallah a Boy
Mouna Hawa y Celina Rabab'a (centro) en Inshallah a Boy

Los levantamientos liderados por mujeres del año pasado contra la "policía de la moralidad" en Irán y la liberalización lentamente creciente de los roles de género en Arabia Saudí han abierto el camino para una nueva atención y solidaridad mundial hacia los derechos de las mujeres en los países árabes. Y este es precisamente el contexto en el que se recibirá el primer largometraje de Amjad Al Rasheed, Inshallah a Boy [+lee también:
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—la primera película jordana que se proyecta en Cannes—, aunque es lo suficientemente pragmático como para filtrar este malestar actual en una narración de suspense a contrarreloj que gira en torno al tenso drama de las declaraciones ante los tribunales y las mentiras tácticas. La película, cuyo guion está coescrito de manera acertada por dos escritoras, Rula Nasser y Delphine Agut, ha sido una de las primeras en estrenarse durante la Semana de la Crítica de Cannes.

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La realidad jurídica del país que da impulso a Inshallah a Boy consiste en el hecho de que la propiedad es un dominio exclusivamente masculino, con numerosas restricciones vigentes que impiden a las mujeres ejercer sus derechos de sucesión. La película se inicia con Nawal (la actriz palestina Mouna Hawa), cuidadora de ancianos que acaba de enviudar, que corre el riesgo de perder su casa a manos de la familia de su difunto marido, y con su cuñado Rifqi (Hitham Omari), de modales engañosamente suaves, que trata de forzar el proceso de traspaso. A la ambigua situación de la escritura original de propiedad de la vivienda se suma el hecho de que su única descendencia es Nora (Celina Rabab'a), una niña y no un hijo varón, lo cual invalida aún más su derecho a conservar la propiedad. Aunque hay casos similares en Jordania en los que se pueden llegar a eludir estas graves circunstancias (y, de hecho, la propia familia en la que Al Rasheed se inspiró para la historia consiguió librarse del peor desenlace posible), esta ley se ve agravada por la propia "ley de Murphy" de la película, que hace que Nawal tenga que pasar por varias trampas explosivas de escalada argumental que reducen la verosimilitud de los acontecimientos y los hacen más parecidos a los de una "película", de manera que el público se ve obligado a no perder detalle.

La película evoca con fuerza una halagadora comparación con las obras iraníes de Asghar Farhadi, especialmente con Nader y Simin, una separación, y con El viajante [+lee también:
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, ya que constituye una descripción exhaustiva de una sociedad represiva cargada de antagonismo de clases, y todo ello se condimenta con la repentina noticia de que la familia adinerada para la que trabaja Nawal es cristiana. La familia, que constituye una estirpe matriarcal fascinantemente contrastada, está compuesta por la enferma de demencia Colette (Siranoush Sultanian), de cuyo cuidado se encarga Nawal, su hija Souad (Salwa Nakkara) y su nieta Lauren (Yumna Marwan), más liberada. Las actitudes opuestas entre Lauren y Nawal respecto a la maternidad y el deber de una madre, así como el interés romántico excesivamente insistente del fisioterapeuta de Colette, Hassan (Eslam Al-Awadi), por Nawal, proporcionan a Al Rasheed otras vías narrativas secundarias que enriquecen la tesis central de la historia.

Inshallah a Boy es bastante apasionante en el desarrollo de la trama, pero a medida que los planes de Nawal para concebir potencialmente otro hijo, o para engañar a sus oponentes sobre esa posibilidad, se vuelven cada vez más extravagantes, la película empieza a inclinarse más hacia un arco de empoderamiento para ella (no hay más que ver su creciente entereza para enfrentarse a un acosador sexual que aparece en tres momentos distintos de la película) que hacia una respuesta satisfactoria a la dominación patriarcal del país. Y a su público de mentalidad liberal no le hace falta que le convenzan de su programa; como siempre, quienes probablemente no lo vean son quienes más necesitan verlo.

Inshallah a Boy es una coproducción de Jordania, Francia, Arabia Saudí y Qatar, realizada por The Imaginarium Films, Georges Films y Bayt Al Shawareb. Las ventas mundiales corren a cargo de Pyramide International.

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(Traducción del inglés)

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