24/07/2023 - La cineasta valenciana nos habla de su segundo largometraje, un encantador retrato de personaje y una reivindicación del trabajo de los agricultores

(© Damir Vujković)

En su segundo largometraje documental, Domingo Domingo [+lee también:
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ficha de la película], la cineasta Laura García Andreu nos traslada a los huertos de naranjos de Valencia para presentarnos a un personaje excéntrico y memorable, mientras reivindica con humor el papel de los agricultores en la industria alimentaria. Tras su estreno en Tesalónica, la película se ha presentado en la sección Eco Dox del 30.º European Film Festival Palić. Hemos hablado con la directora sobre su conexión con el tema y el renovado interés por el rural en el cine español.

Cineuropa: ¿Cuál es el primer contacto que tienes con Domingo y en qué momento decides hacer una película sobre él?
Laura García Andreu: Domingo es el primo de mi pareja. Habíamos coincidido en algunas comidas familiares, pero no éramos cercanos. Yo estaba buscando historias para un nuevo documental, y me apetecía mucho hacer algo con un toque de humor. En una de esas comidas, Domingo no paraba de hablar de naranjas con mi suegro, y me pareció una persona con mucho carisma. Ya sabíamos que tenía una variedad escondida que quería patentar. Además, el tema de la agricultura siempre me ha interesado porque yo me crie en los huertos desde muy pequeña. Siempre he tenido la sensación de que los agricultores nunca han tenido el valor y la repercusión social que merecen. Ahí es cuando decidí que quería contar esta historia. Nos fuimos a rodar una tarde para montar un teaser y nos dimos cuenta de que funcionaba, así que empezamos a presentarlo a laboratorios.

Más allá de tu interés personal, ¿qué conocimientos previos tenías sobre la situación que viven estos agricultores? En especial todo lo relativo a las patentes y las desigualdades en el sector.
Tenía algunas nociones a través de lo que escuchaba en el pueblo, porque allí todo el mundo tiene huertos y hablan de naranjas constantemente. Empezaron a sonarme los nombres de las variedades, las plagas, el funcionamiento de las patentes y las cooperativas... Hay mucha información que no está en la película porque tampoco quería hacer un documental informativo. Fue un poco complicado encontrar ese equilibrio, decidir la cantidad de información que debíamos incluir para que una persona de a pie entienda todo este mundo, lo que hay detrás de lo que comemos, pero sin perder la frescura de los personajes y la parte más antropológica.

La película mezcla varios géneros, con momentos cómicos y otros cercanos al thriller. ¿Hubo mucho trabajo de guion u os dejasteis llevar por los acontecimientos?
Un documental se construye durante todo el proceso, incluso en el montaje, porque hay muchísimo material del que te tienes que deshacer. Había muchas cosas en guion, como la trama de Domingo, que estaba muy clara desde el principio, al igual que ese toque un poco canalla del thriller mezclado con comedia. Por otra parte, hubo cosas que fueron surgiendo sobre la marcha, y otras que quería tener y que por circunstancias no se dieron.

Cuando Domingo viaja a la feria de Berlín, entendemos que las grandes decisiones sobre el sector están fuera de su control.
En el pueblo siempre se habla de estas multinacionales que controlan las patentes, pero nunca las han visto. Hacen referencia a ese monstruo, que también está metafóricamente representado en el documental, pero en realidad no lo conocen. Por eso nos parecía interesante acompañar a Domingo a Berlín y ver cómo se enfrentaba a ellos, aunque no fuera directamente. En este pueblo hay un contexto naranjero impresionante, pero las decisiones más importantes se toman en algún despacho lejos de allí.

En los últimos años, han surgido varias películas que abordan el tema del campo y la situación de los pequeños agricultores, como el caso de Alcarràs [+lee también:
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ficha de la película]. ¿A qué crees que se debe esta tendencia?
Me parece curioso que en general seamos mujeres las que estamos mirando en esa dirección. Opino que esta corriente de películas focalizadas en el rural tiene que ver con el hecho de que personas de contextos socioculturales distintos, que antes no teníamos acceso al cine, ahora podemos contar nuestras propias historias. Personas con un bagaje familiar relacionado con el rural y a las que nos parece muy injusto que no se esté tratando más, cuando en realidad son sectores estratégicos. Si dejamos que todo lo que comemos empiece a estar controlado por multinacionales, la situación puede volverse muy peligrosa. Al final, todos contamos historias de lo que nos mueve.